271. ¿Qué es la Eucaristía?
La Eucaristía es el sacrificio mismo del Cuerpo y de la Sangre del Señor Jesús, que Él instituyó para perpetuar en los siglos, hasta su segunda venida, el sacrificio de la Cruz, confiando así a la Iglesia el memorial de su Muerte y Resurrección. Es signo de unidad, vínculo de caridad y banquete pascual, en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la vida eterna.
272. ¿Cuándo instituyó Jesucristo la Eucaristía?
Jesucristo instituyó la Eucaristía el Jueves Santo, «la noche en que fue entregado» (1 Co 11, 23), mientras celebraba con sus Apóstoles la Última Cena.
273. ¿Cómo instituyó la Eucaristía?
Después de reunirse con los Apóstoles en el Cenáculo, Jesús tomó en sus manos el pan, lo partió y se lo dio, diciendo: «Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros». Después tomó en sus manos el cáliz con el vino y les dijo: «Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la Alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres, para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía».
274. ¿Qué representa la Eucaristía en la vida de la Iglesia?
La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana. En ella alcanzan su cumbre la acción santificante de Dios sobre nosotros y nuestro culto a Él. La Eucaristía contiene todo el bien espiritual de la Iglesia: el mismo Cristo, nuestra Pascua. Expresa y produce la comunión en la vida divina y la unidad del Pueblo de Dios. Mediante la celebración eucarística nos unimos a la liturgia del cielo y anticipamos la vida eterna.
275. ¿Qué nombres recibe este sacramento?
La inagotable riqueza de este sacramento se expresa con diversos nombres, que evocan sus aspectos particulares. Los más comunes son: Eucaristía, Santa Misa, Cena del Señor, Fracción del Pan, Celebración Eucarística, Memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, Santo Sacrificio, Santa y Divina Liturgia, Santos Misterios, Santísimo Sacramento del Altar, Sagrada Comunión.
276. ¿Qué lugar ocupa la Eucaristía en el designio divino de salvación?
En la Antigua Alianza, la Eucaristía fue anunciada sobre todo en la cena pascual, celebrada cada año por los judíos con panes ázimos, como recuerdo de la salida apresurada y liberadora de Egipto. Jesús la anunció en sus enseñanzas y la instituyó celebrando con los Apóstoles la Última Cena durante un banquete pascual. La Iglesia, fiel al mandato del Señor: «Haced esto en memoria mía» (1 Co 11, 24), ha celebrado siempre la Eucaristía, especialmente el domingo, día de la resurrección de Jesús.
277. ¿Cómo se desarrolla la celebración de la Eucaristía?
La celebración eucarística se desarrolla en dos grandes momentos, que forman un solo acto de culto: la liturgia de la Palabra, que comprende la proclamación y la escucha de la Palabra de Dios; y la liturgia eucarística, que comprende la presentación del pan y del vino, la anáfora o plegaria eucarística, con las palabras de la consagración, y la comunión.
278. ¿Quién es el ministro de la celebración de la Eucaristía?
El ministro de la celebración de la Eucaristía es el sacerdote (obispo o presbítero), válidamente ordenado, que actúa en la persona de Cristo Cabeza y en nombre de la Iglesia.
279. ¿Cuáles son los elementos esenciales y necesarios para celebrar la Eucaristía?
Los elementos esenciales y necesarios para celebrar la Eucaristía son el pan de trigo y el vino de vid.
280. ¿En qué sentido la Eucaristía es memorial del sacrificio de Cristo?
La Eucaristía es memorial del sacrificio de Cristo, en el sentido de que hace presente y actual el sacrificio que Cristo ha ofrecido al Padre, una vez por todas, sobre la Cruz en favor de la humanidad. El carácter sacrificial de la Eucaristía se manifiesta en las mismas palabras de la institución: «Esto es mi Cuerpo que se entrega por vosotros» y «Este cáliz es la nueva alianza en mi Sangre que se derrama por vosotros» (Lc 22, 19-20). El sacrificio de la Cruz y el sacrificio de la Eucaristía son un único sacrificio. Son idénticas la víctima y el oferente, y sólo es distinto el modo de ofrecerse: de manera cruenta en la cruz, incruenta en la Eucaristía.
281. ¿De qué modo la Iglesia participa del Sacrificio eucarístico?
En la Eucaristía, el sacrificio de Cristo se hace también sacrificio de los miembros de su Cuerpo. La vida de los fieles, su alabanza, su sufrimiento, su oración y su trabajo se unen a los de Cristo. En cuanto sacrificio, la Eucaristía se ofrece también por todos los fieles, vivos y difuntos, en reparación de los pecados de todos los hombres y para obtener de Dios beneficios espirituales y temporales. También la Iglesia del cielo está unida a la ofrenda de Cristo.
282. ¿Cómo está Jesucristo presente en la Eucaristía?
Jesucristo está presente en la Eucaristía de modo único e incomparable. Está presente, en efecto, de modo verdadero, real y sustancial: con su Cuerpo y con su Sangre, con su Alma y su Divinidad. Cristo, todo entero, Dios y hombre, está presente en ella de manera sacramental, es decir, bajo las especies eucarísticas del pan y del vino.
283. ¿Qué significa transubstanciación?
Transubstanciación significa la conversión de toda la sustancia del pan en la sustancia del Cuerpo de Cristo, y de toda la sustancia del vino en la sustancia de su Sangre. Esta conversión se opera en la plegaria eucarística con la consagración, mediante la eficacia de la palabra de Cristo y de la acción del Espíritu Santo. Sin embargo, permanecen inalteradas las características sensibles del pan y del vino, esto es las «especies eucarísticas».
284. La fracción del pan, ¿divide a Cristo?
La fracción del pan no divide a Cristo: Él está presente todo e íntegro en cada especie eucarística y en cada una de sus partes.
285. ¿Cuánto dura la presencia eucarística de Cristo?
La presencia eucarística de Cristo continúa mientras subsistan las especies eucarísticas.
286. ¿Qué tipo de culto se debe rendir al sacramento de la Eucaristía?
Al sacramento de la Eucaristía se le debe rendir el culto de latría, es decir la adoración reservada a Dios, tanto durante la celebración eucarística, como fuera de ella. La Iglesia, en efecto, conserva con la máxima diligencia las Hostias consagradas, las lleva a los enfermos y a otras personas imposibilitadas de participar en la Santa Misa, las presenta a la solemne adoración de los fieles, las lleva en procesión e invita a la frecuente visita y adoración del Santísimo Sacramento, reservado en el Sagrario.
287. ¿Por qué la Eucaristía es el banquete pascual?
La Eucaristía es el banquete pascual porque Cristo, realizando sacramentalmente su Pascua, nos entrega su Cuerpo y su Sangre, ofrecidos como comida y bebida, y nos une con Él y entre nosotros en su sacrificio.
288. ¿Qué significa el altar?
El altar es el símbolo de Cristo mismo, presente como víctima sacrificial (altar-sacrificio de la Cruz), y como alimento celestial que se nos da a nosotros (altar-mesa eucarística).
289. ¿Cuándo obliga la Iglesia a participar de la Santa Misa?
La Iglesia establece que los fieles tienen obligación de participar de la Santa Misa todos los domingos y fiestas de precepto, y recomienda que se participe también en los demás días.
290. ¿Cuándo se debe recibir la sagrada Comunión?
La Iglesia recomienda a los fieles que participan de la Santa Misa recibir también, con las debidas disposiciones, la sagrada Comunión, estableciendo la obligación de hacerlo al menos en Pascua.
291. ¿Qué se requiere para recibir la sagrada Comunión?
Para recibir la sagrada Comunión se debe estar plenamente incorporado a la Iglesia Católica y hallarse en gracia de Dios, es decir sin conciencia de pecado mortal. Quien es consciente de haber cometido un pecado grave debe recibir el sacramento de la Reconciliación antes de acercarse a comulgar. Son también importantes el espíritu de recogimiento y de oración, la observancia del ayuno prescrito por la Iglesia y la actitud corporal (gestos, vestimenta), en señal de respeto a Cristo.
292. ¿Cuáles son los frutos de la sagrada Comunión?
La sagrada Comunión acrecienta nuestra unión con Cristo y con su Iglesia, conserva y renueva la vida de la gracia, recibida en el Bautismo y la Confirmación y nos hace crecer en el amor al prójimo. Fortaleciéndonos en la caridad, nos perdona los pecados veniales y nos preserva de los pecados mortales para el futuro.
293. ¿Cuándo se puede administrar la sagrada Comunión a los otros cristianos?
Los ministros católicos administran lícitamente la sagrada Comunión a los miembros de las Iglesias orientales que no están en plena comunión con la Iglesia católica, siempre que éstos lo soliciten espontáneamente y tengan las debidas disposiciones.
Asimismo, los ministros católicos administran lícitamente la sagrada Comunión a los miembros de otras comunidades eclesiales que, en presencia de una grave necesidad, la pidan espontáneamente, estén bien dispuestos y manifiesten la fe católica respecto al sacramento.
294. ¿Por qué se dice que la Eucaristía es «prenda de la gloria futura»?
La Eucaristía es prenda de la gloria futura porque nos colma de toda gracia y bendición del cielo, nos fortalece en la peregrinación de nuestra vida terrena y nos hace desear la vida eterna, uniéndonos a Cristo, sentado a la derecha del Padre, a la Iglesia del cielo, a la Santísima Virgen y a todos los santos.
«En la Eucaristía, nosotros partimos "un mismo pan que es remedio de inmortalidad, antídoto no para morir, sino para vivir en Jesucristo para siempre"» (San Ignacio de Antioquía).
A) Busca un momento y lugar adecuados.— Por intensa que sea tu jornada, siempre encontrarás un remanso para evadirte unos minutos ---¿diez, quince?--- y recogerte en una habitación más o menos tranquila, lejos de la televisión y el teléfono. Ten a la vista alguna imagen piadosa ---un crucifijo, un cuadro de Nuestra Señora---, y llévate el Evangelio u otro texto para meditar, y quizá una libreta donde apuntar ideas y propósitos.
B) Ponte en presencia de Dios.— Aparta pensamientos vanos e inoportunos y busca dentro de ti a Nuestro Señor. Para conseguirlo recita piadosamente alguna oración vocal.
Mensaje de la Comisión Episcopal de Liturgia
La publicación de una nueva edición en lengua española del Misal Romano, la IIIª de acuerdo con la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, ofrece una buena ocasión para examinar y mejorar nuestras celebraciones de la Eucaristía. No se trata, simplemente, de sustituir una edición por otra más moderna o actualizada sino de hacer un ejercicio de recepción consciente y responsable del libro que nos ofrece la Iglesia, depositaria y transmisora del “Sacramento de nuestra fe”, para que cumplamos el mandato del Señor al instituirlo (cf. 1 Cor 11,23-26 y par.).
Con este motivo, la Comisión Episcopal de Liturgia al servicio de la Conferencia Episcopal Española, a la vez que ha preparado la nueva edición que en su día fue aprobada por la XCIV Asamblea Plenaria de los obispos celebrada del 19 al 23 de abril de 2010 y que ha obtenido la necesaria “recognitio” de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos con fecha de 8 de diciembre de 2015, desea ofrecer a los sacerdotes, a los responsables de la pastoral litúrgica en las distintas comunidades y a los fieles cristianos en general una consideraciones de carácter pastoral y espiritual en orden a una recepción más fructuosa y eficaz de la nueva edición del Misal Romano.
Leer más: Celebrar la Eucaristía con el Misal Romano en su tercera edición
Carta Del Obispo De Segorbe-Castellón
Queridos diocesanos:
La Eucaristía es el mayor tesoro que el Señor Jesús ha dejado a su Iglesia: en ella Cristo Jesús nos ha dejado el memorial permanente de su entrega total por amor a la humanidad en la Cruz, la actualización del misterio pascual . “Haced esto en conmemoración mía”, dice Jesús en la última Cena Jesús a sus apóstoles, después de haberles dado a comer el pan que es su cuerpo y de beber del cáliz que contiene su sangre que será derramada (cf. 1 Cor 11,23-26 y par.). En cada santa Misa, el mismo Señor se hace especialmente presente: nos habla en la Palabra, actualiza sacramentalmente su sacrificio en la Cruz, se nos ofrece como el pan de la Vida, y nos envía a la misión. La Eucaristía es la fuente y culmen de la Iglesia y de su misión; es el centro de la vida de todo cristiano. Sin Eucaristía no habría Iglesia y sin Iglesia no habría Eucaristía.
- ¿Pueden ser bautizados en la Iglesia Católica los hijos de padres ortodoxos nacidos, bautizados y casados en la Iglesia Ortodoxa?
Los fieles ortodoxos deben acudir a su Iglesia y a sus ministros para solicitar sacramentos y atención espiritual, máxime cuando dentro de la demarcación diocesana existen dos parroquias del Patriarcado de Rumanía, San Nicolás de Castellón y San Juan Crisóstomo de Villareal; y una Comunidad ortodoxa del Patriarcado de Moscú, en la Ribera de Cabanes.
Pero si uno de los padres es católico, debe este, aunque haya casado por la Iglesia Ortodoxa, hacer todo lo posible por educar a los hijos en la Iglesia Católica. A eso se compromete siempre la parte católica en los matrimonios mixtos.
Además, no podemos aceptar que motivos de índole cultural, o circunstancial, como la permanencia en el territorio de los emigrantes en una sociedad mayoritariamente católica, sirvan de pretexto para admitir a los ortodoxos a los sacramentos en nuestra Iglesia. La relación con las Iglesias Orientales debe basarse en la confianza y respeto mutuo. Por lo tanto, no sólo estamos obligados a respetar nuestros compromisos bautismales sino también tenemos el deber de respetar los compromisos asumidos por los hermanos que pertenecen a otras Iglesias.
Otra cuestión muy distinta es el derecho que todo cristiano tiene, por razones de conciencia, a decidir libremente entrar en la plena comunión católica (UR, nº 4; CEO, can. 896-901). Estos casos pueden ser expuestos al delegado de Ecumenismo quien informará sobre los trámites a realizar para que la admisión a la comunión católica se haga según lo previsto en derecho. Posteriormente, se remitirá al Obispo Diocesano la solicitud de incorporación a la plena comunión, cumplidas las pertinentes averiguaciones.
Leer más: Normas pastorales con relación a la pastoral de los emigrantes ortodoxos
Papa: Oración, caridad y ayuno; inversiones para un tesoro que nunca se acaba
“¿En el camino de la vida, busco la ruta? ¿O me conformo con vivir el día (…) pensando sólo en los bienes y el bienestar?”. Son algunos de los interrogantes que el Santo Padre planteó en su homilía de la Misa celebrada en la Basílica de Santa Sabina este Miércoles de Ceniza con que se abre el tiempo litúrgico de la Cuaresma que nos invita a la conversión
MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA CUARESMA DE 2019
«La creación, expectante, está aguardando
la manifestación de los hijos de Dios» (Rm 8,19)
Queridos hermanos y hermanas:
Cada año, a través de la Madre Iglesia, Dios «concede a sus hijos anhelar, con el gozo de habernos purificado, la solemnidad de la Pascua, para que […] por la celebración de los misterios que nos dieron nueva vida, lleguemos a ser con plenitud hijos de Dios» (Prefacio I de Cuaresma). De este modo podemos caminar, de Pascua en Pascua, hacia el cumplimiento de aquella salvación que ya hemos recibido gracias al misterio pascual de Cristo: «Pues hemos sido salvados en esperanza» (Rm 8,24). Este misterio de salvación, que ya obra en nosotros durante la vida terrena, es un proceso dinámico que incluye también a la historia y a toda la creación. San Pablo llega a decir: «La creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios» (Rm 8,19). Desde esta perspectiva querría sugerir algunos puntos de reflexión, que acompañen nuestro camino de conversión en la próxima Cuaresma.
EXHORTACIÓN APOSTÓLICA
GAUDETE ET EXSULTATE
DEL SANTO PADRE
FRANCISCO
SOBRE EL LLAMADO A LA SANTIDAD
EN EL MUNDO ACTUAL
1. «Alegraos y regocijaos» (Mt 5,12), dice Jesús a los que son perseguidos o humillados por su causa. El Señor lo pide todo, y lo que ofrece es la verdadera vida, la felicidad para la cual fuimos creados. Él nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada, licuada. En realidad, desde las primeras páginas de la Biblia está presente, de diversas maneras, el llamado a la santidad. Así se lo proponía el Señor a Abraham: «Camina en mi presencia y sé perfecto» (Gn 17,1).
2. No es de esperar aquí un tratado sobre la santidad, con tantas definiciones y distinciones que podrían enriquecer este importante tema, o con análisis que podrían hacerse acerca de los medios de santificación. Mi humilde objetivo es hacer resonar una vez más el llamado a la santidad, procurando encarnarlo en el contexto actual, con sus riesgos, desafíos y oportunidades. Porque a cada uno de nosotros el Señor nos eligió «para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor» (Ef 1,4).
«Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría» (Mt 24,12)
Queridos hermanos y hermanas:
Una vez más nos sale al encuentro la Pascua del Señor. Para prepararnos a recibirla, la Providencia de Dios nos ofrece cada año la Cuaresma, «signo sacramental de nuestra conversión»[1], que anuncia y realiza la posibilidad de volver al Señor con todo el corazón y con toda la vida.
Como todos los años, con este mensaje deseo ayudar a toda la Iglesia a vivir con gozo y con verdad este tiempo de gracia; y lo hago inspirándome en una expresión de Jesús en el Evangelio de Mateo: «Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría» (24,12).
Leer más: Mensaje del Santo Padre Francisco para la cuaresma 2018
Castellón de la Plana, 23 de octubre de 2017
A LOS PÁRROCOS, VICARIOS PARROQUIALES Y DEMÁS SACERDOTES DE CASTELLÓN Y SEGORBE
Queridos sacerdotes:
Como ya es costumbre, el próximo día 1 de noviembre, Solemnidad de Todos los Santos, aprovechando que es fiesta y anticipándonos a la celebración del día 2, está prevista la celebración de la Eucaristía en el cementerio viejo de Castellón a las 10:30h y por la tarde en el de Segorbe a las 16:00h. Todos los años se acercan muchas personas; seguro que muchas de ellas tienen familiares difuntos, enterrados allí mismo. Estoy convencido de que a todos los participantes les conforta ver que nuestra Iglesia se sigue acordando de todos los difuntos orando a Dios por ellos.
Como vengo haciendo todos los años, si Dios quiere, yo mismo presidiré la Santa Misa en ambos lugares. Lo hago como Obispo diocesano en ambas sedes episcopales -Segorbe y Castellón-, para celebrar la santidad de los mejores hijos de nuestra Iglesia, y también para pedir por todos los difuntos de la Diócesis. No son, pues, celebraciones meramente locales; si así fuera, lo podría hacer cualquiera de los párrocos.
Por ello os escribo para invitaros a que me acompañéis en esta celebración. La oración por los difuntos es una obra importantísima de caridad, que podrá ser aún más significativa a los ojos de Dios y a los ojos de nuestro pueblo si lo realizamos juntos.
Además, a los Párrocos os ruego que anunciéis esta celebración a vuestros feligreses al final de la Misas del domingo 29 de octubre, para que quien lo desee se una a nuestra celebración. Y también os pido a vosotros, queridos sacerdotes, que hagáis todo lo posible por venir a concelebrar. Sería un gesto muy hermoso que al menos un sacerdote por parroquia os unierais a la concelebración.
Un fuerte abrazo en el Señor,
Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón