En un refugio antiaéreo, abrimos por casualidad el Evangelio en la página del Testamento de Jesús; "que todos sean uno, Padre, como tú y yo".
Aquellas palabras parecían iluminarse una a una. Aquel "todos" habría sido nuestro horizonte. Aquel proyecto de unidad la razón de nuestra vida
Chiara Lubich - Trento, 1944
Precisamente en los tiempos en los que Europa vivió los años más oscuros de su historia, por la violencia y el odio de la segunda guerra mundial (1943), en una pequeña ciudad del norte de Italia (Trento), Chiara Lubich junto con algunas otras chicas, bajo los bombardeos que destruyen todas las cosas, descubren un único ideal que no muere, que ninguna bomba puede derrumbar, un ideal al cual poder entregarse: Dios. Dios, experimentado como Amor.
Durante ese tiempo, sólo llevan a los refugios el Evangelio. Allí encuentran "cómo" responder al Amor, allí están escritas las claves para vivir concretamente este amor al Padre, cada palabra es nueva, se sienten impulsadas a hacer vida el mensaje de Jesús. En aquel período Chiara escribe: "Cada día hay nuevos descubrimientos: el Evangelio se convierte en nuestro único libro, única luz de vida".
Es un tiempo donde además experimentan la certeza de que el Evangelio, si se vive radicalmente, se puede reescribir en cada uno de nosotros, en nuestra propia vida. Es un relato actual, al alcance de todos: "Pedid y se os dará", "Amar hasta dar la vida", "Dad y se os dará",...
Entre aquellas palabras del Evangelio se les ilumina la última oración de Jesús al Padre: "Que todos sean uno". Este proyecto de Dios sobre la familia humana, se convierte en el programa de sus vidas: "Hagamos de la unidad entre nosotras el trampolín para ir donde la unidad no existe y crearla".
Hoy, los que compartimos y hemos elegido este ideal, queremos vivir estas palabras en nuestra vida, trabajar para la realización de un mundo unido y así hacer posible el testamento de Jesús: "Que todos sean uno" mediante nuestra única arma, el Amor concreto: el único capaz de cambiar el mundo.
Y este "que todos sean uno" empieza por crear lazos de unidad en nuestra vida personal de cada día, en las cosas cotidianas, con la gente que pasa a nuestro lado, en el estudio, trabajo, familia,... crear lazos entre nosotros los cristianos, en nuestra parroquia, ambiente,... y hacer ver a todos, que estamos llamados a la unidad. Hacer de toda la humanidad una familia, una verdadera familia.
Por eso el ideal de la unidad, solo tiene una meta: ser familia. En palabras de Chiara: "Si hoy tuviera que dejar esta Tierra y se me pidiese una última palabra que definiera nuestro Ideal, yo diría (...) "Sed una familia".
Aquí en la parroquia nos reuniremos una vez al mes un grupo de jóvenes para poder compartir, leer y vivir concretamente esa palabra o frase que el Evangelio nos propone. Nos veremos el segundo miércoles de cada mes a las 19.30 en los salones parroquiales. Te esperamos.