A) Busca un momento y lugar adecuados.— Por intensa que sea tu jornada, siempre encontrarás un remanso para evadirte unos minutos ---¿diez, quince?--- y recogerte en una habitación más o menos tranquila, lejos de la televisión y el teléfono. Ten a la vista alguna imagen piadosa ---un crucifijo, un cuadro de Nuestra Señora---, y llévate el Evangelio u otro texto para meditar, y quizá una libreta donde apuntar ideas y propósitos.

 

B) Ponte en presencia de Dios.— Aparta pensamientos vanos e inoportunos y busca dentro de ti a Nuestro Señor. Para conseguirlo recita piadosamente alguna oración vocal.