“No es el que me dice: ¡Señor!, ¡Señor!, el que entrara en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre del Cielo. El que escucha mis palabras y las practica es como un hombre inteligente que edifico su casa sobre la roca. Cayo la lluvia a torrentes, sopló el viento huracanado contra la casa, pero la casa no se derrumbó, porque tenía los cimientos sobre la roca.
En cambio, el que oye estas palabras sin ponerlas en práctica es como el que no piensa, y
construye su casa sobre la arena. Cayo la lluvia a torrentes, soplaron los vientos contra la casa, y esta se derrumbó con gran estrépito”.
Cuando Jesús termino estos discursos, lo que más había impresionado a la gente era su modo de ensenar, porque hablaba con autoridad y no como los maestros de la Ley que tenían ellos.
Palabra del Señor.