Les ruego, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que se entreguen ustedes mismos
como sacrificio vivo y santo que agrada a Dios: ese es nuestro culto espiritual.
No sigan la corriente del mundo en que vivimos, más bien transfórmense por la renovación de
su mente. Así sabrán ver cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que agrada, lo que es
perfecto.
Que el amor sea sincero.
Aborrezcan cariño unos a otros. En el respeto: estimen a los otros como más dignos.
En el cumplimiento del deber: no sean flojos.
En el Espíritu sean fervorosos, y sirvan al Señor.
Tengan esperanza y estén alegres.
En las pruebas: sean pacientes.
Oren en todo tiempo.
Con los creyentes necesitados:
Compartan con ellos.
Con los que estén de paso: sean solícitos para recibirles en su casa.
Bendigan a quienes los persigan: bendigan y no maldigan.
Alégrense con los que están alegres, lloren con los que lloran.
Vivan en armonía unos con otros. No busquen las grandezas,
Sino que vayan a lo humilde. No se tomen por unos sabios.
No devuelvan a nadie mal por mal; procuren ganarse el aprecio de todos los hombres.
Hagan todo lo posible, en cuanto de ustedes dependa, para vivir en paz con todos.
Palabra de Dios.