virgen del carmenEl Monte Carmelo y sus protagonistas: el profeta Elías y la Santísima Virgen

La Santísima Virgen y el profeta Elías son dos personas clave, los dos fundadores –si se puede decir así- de la Orden del Carmen, con indumentarias o vestimentas muy significativas, que las entregan a Eliseo y San Simón Stock:

a) El Profeta Elías: como los profetas, como san Juan Bautista, viste con piel de animal (2 Re 1,8): "La piel de los animales muertos recuerda que también el cuerpo de los hombres muere." (Edith Stein) y es, por tanto, una llamada a la conversión.

b) La Virgen María: nos ha entregado la vestimenta del "Escapulario". Signo de su maternal protección; y así, también signo de la salvación y de la nueva Vida en Cristo.

En ambos, en el profeta Elías como en la Santísima Virgen, en sus vestidos nos muestran la doble faceta de la vida cristiana: la dimensión sanante – en "la piel de animal" (la conversión, la transitoriedad de lo terrenal) y la dimensión elevante – en el "escapulario" (la Nueva Vida en Cristo).

 

La Virgen, Madre y Hermosura del Carmelo, nos reviste con el Santo Escapulario

En dos sentidos una madre confecciona la ropa de sus hijos: Si es verdad que se preocupa de coser un vestido para los hijos, de limpiarlos, prepararlos, arroparlos; no menos verdad es que ella es quien da vestidura carnal a los hijos.

En el caso de María Santísima, es más sublime, porque dota de carne humana al Hijo eterno del Padre; Dios le ha confiado la misión de dotar de vestido humano al Verbo.

ELLA NOS DA A CRISTO, FORMA A CRISTO: La maternidad de María implica no sólo formar a Cristo en sus entrañas purísimas, sino que también es Madre de Su Cuerpo Místico, de la Iglesia. Ella permitió, con su sí, la venida de Cristo, dándole carne humana, pero también permite que se forme en nosotros.

NOS ENTREGA EL ESCAPULARIO: No recuerda la vestimenta bautismal, que debe de ser custodiada y enriquecida por la confesión y la comunión.

En palabras de Juan Pablo II: "Dejarse "revestir de Cristo" por la mediación maternal de Santa María: quien se reviste del escapulario se introduce en la tierra del Carmelo, para "comer sus frutos y sus productos" (cf. Jr 2, 7), y experimenta la presencia dulce y materna de María en su compromiso diario de revestirse interiormente de Jesucristo y de manifestarlo vivo en sí para el bien de la Iglesia y de toda la humanidad (cf. Fórmula de la imposición del escapulario)"