Entonces le puse el anillo en la nariz y los brazaletes en las manos e hincándome adore Yavé,
bendiciendo al Dios de mi patrón Abraham que me había conducido por el buen camino para
conseguir para su hijo a la hija del hermano de mi patrón.
Ahora díganme si están dispuestos o no a ser buenos y fieles con mi patrón, pues, en caso
contrario, me volveré o por la derecha o por la izquierda.
Labán y Batuel dijeron al mayordomo de Abraham: “Se ve que la mano de Yave está en todo
esto. No podemos oponernos.
Ahí está Rebeca, llévatela. Que sea la esposa del hijo de tu patrón como lo ha mandado Yavé”.
La llamaron, pues, y le preguntaron: “¿ Quieres irte con este hombre?” “Si, me voy”, contesto.
Entonces dejaron partir a su hermana Rebeca y a su nodriza con el servidor de Abraham y con
sus hombres. Bendijeron a Rebeca, diciendo:
“Hermana nuestras, que tengas hijos y descendientes, millares y millares, y que tus
descendientes dominen a sus enemigos”.
Entonces se levantó Rebeca, con sus criadas, montaron en sus camellos, y siguieron al
mayordomo de Abraham. Así es como se llevó a Rebeca y partió.
Isaac acababa de volver del pozo de Lajay-Roi, pues vivía en el país del sur.
Al atardecer, como salía a dar un paseo por el campo, levantando la vista vio que se acercaban
unos camellos: Cuando Rebeca lo vio se bajó del camello y dijo al mayordomo: “¿ Quien es
aquel hombre que viene por el campo hacia nosotros?” Este respondió: “Es mi patrón”. Ella
entonces tomo el velo y se tapó el rostro.
El mayordomo conto a Isaac, su señor, todo lo que había hecho. Isaac introdujo a Rebeca en su
tienda de campaña, que había sido de su madre Sara. La hizo suya y fue su esposa. La amo y así
se consoló de la muerte de su madre.
Palabra de Dios.